13/9/12

Periplo de Otoño - Sttugart

Para ir a Europa, prefiero el otoño, sobre todo por el clima y los tonos que decoran el paisaje. En esta ocasión salí de Caracas el miércoles 12 de septiembre y al día siguiente, cinco horas después de llegar al Aeropuerto de Barajas en Madrid, abordé un vuelo de LAN hasta Frankfurt para encontrarme con mi amiga Ninoska Orea y comenzar nuestro viaje por algunas ciudades de Alemania, Austria y República Checa.


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Alemania
Nuestro periplo comenzó en Frankfurt am Main, donde nos alojamos en el 25hours Levi's Hotel, cuyo hall está pintado de lila, rojo y verde chillones, y habitaciones con paredes tapizadas con tela de blujeans, por supuesto marca Levi's, ubicado en Niddanstraße 58, muy cerca de la estación de trenes (Frankfurt Hauptbahnhof), cuyos alrededores ofrecen una tenebrosa impresión cuando declina el día, debido a que a esa hora comienzan a emerger los zombies de la noche (indigentes, adictos, prostitutas y chulos) que se pasean por los cuatro costados de la estación, mirándote raro y suponiendo que estarás interesado en algo o alguien que ellos, a su vez, estarán más que dispuestos a proporcionarte por unos cuantos euros. Por suerte, el hotel queda a buen resguardo en una callecita bastante tranquila. Lo que más nos gustó de este hotel fueron las almohadas, superarruchaditas y suaves; y lo que menos, las lamparitas de luz tenue en la habitación, que por efecto del tono azul oscuro del tapiz de blujean, pues no iluminan casi nada.


 




Ignoro qué bicho nos picó, pero la verdad es que no teníamos ningún interés en permanecer en Frankfurt, de modo que al día siguiente, después del desayuno dentro de la estación, compramos boletos (43€ c/u) para irnos a Stuttgart en el tren IC/EC 2293 de las 10:20 de la mañana. Como era un Intercity, en el trayecto de aproximadamente 216 Kms. el tren se detuvo en algunas ciudades para dejar y recoger pasajeros. Sentada junto a la ventana, disfruté del paisaje de las provincias teutonas, colinas muy verdes, parcelas cultivadas, aldeas y pueblos con casas que comparten la misma arquitectura, lagos apacibles, granjas y alguno que otro haras. El típico paisaje de las bellas postales y de las imágenes de "La novicia rebelde" que vi cuando era niña y me encantó.

Llegamos a Stuttgart, capital de la región de Baden-Württemberg, casi al mediodía. En una de las galerías exteriores del edificio de la estación de trenes que fue declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad en 2009, nos tomamos el segundo café de la mañana mientras nos habituábamos a la atmósfera. Atravesamos la Schlossplatz (plaza del Castillo), donde se halla el Neue Schloss (Castillo Nuevo), con hermosos jardines, una glorieta y algunas estatuas emblemáticas. Varias personas, entre locales y turistas, disfrutaban del soleado día ya sobre la grama, ya bajo las sombrillas de las cafeterías que hay alrededor, desde donde la vista de la enorme plaza es muy relajante y apenas se percibe el murmullo de voces de los paseantes.

Nos alojamos en el City Hotel que queda en Uhlandstraße 18, un barrio residencial muy tranquilo. Nos asignaron una habitación con vista a la calle posterior, confortable, con buenas camas y almohadas suaves, y un baño rectangular, blanco y limpio. Esto de los baños es importantísimo, porque en Europa abundan los hoteles cuyas habitaciones suelen tener baños compartidos, pero los latinoamericanos somos un tanto escrupulosos al respecto y preferimos los baños privados. Cuestión de hábitos.

En Stuttgart se encuentra una de las mejores universidades de Alemania, por lo que en la ciudad vibra la nota estudiantil, que suele ser una nota alegre, creativa y musical. Pudimos ser parte de ella por la noche, al final de nuestra jornada de paseos, comidas, cafés y postres, cuando nos dirigíamos al hotel, al cruzar la avenida Konrad Adenauer, y topamos con una fiesta de estudiantes universitarios en la planta baja del Wilhelmspalais que en el siglo XIX fue residencia del rey Guillermo II, último káiser de Alemania y de Prusia, y donde funcionó la Stadtbücherei (Biblioteca Central) hasta el año pasado. Nos colamos en la rumba, platicamos con algunas personas y serpenteamos el camino hasta el hotel sobre las tres de la madrugada.

Al otro día despertamos temprano. Caía una persistente llovizna que esperamos que amainara mientras desayunábamos opíparamente en una terracita cerrada de lo más acogedora. Aproveché para escribir algunas notas en mi diario de viaje y apenas clareó un poco y escampó, salimos en dirección a la estación de trenes con cierta nostalgia en la mochila, porque lo cierto es que Stuttgart nos pareció encantadora, y eso que no alcanzamos a recorrer todos los sitios que hubiésemos deseado. También es verdad que nuestra estadía allí fue más de relax total que de afán explorador. Después de todo, es uno de esos lugares a los que espero volver en otra ocasión para conocer y disfrutar durante varios días.








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