2/6/13

El cenote y la laguna

Quintana Roo es uno de los tres estados que conforman la Península de Yucatán, y cuyo topónimo hace honor a Andrés Quintana Roo, escritor y político que, además, fue uno de los que suscribió el Acta de Independencia de México. La ciudad más famosa de este estado es Cancún, pero hay otros lugares que también merecen ser visitados, como el Cenote Azul y la Laguna de Bacalar.

Vértigo en el Cenote Azul
He nadado en ríos, mares, lagos, lagunas y piscinas, pero nunca lo había hecho en un cenote. Mi primera vez fue en uno de agua dulce color turquesa, rodeado de una tupida y hermosa vegetación. Me refiero al Cenote Azul, localizado en Othon Pueblo Blanco, en el Kilómetro 34 de la carretera entre Chetumal y Cancún. Este cenote en particular quizás sea el más grande de México, con una extensión de aproximadamente 200 metros de diámetro y de cuya profundidad no se tiene aún certeza, aunque se presume que el fondo está a unos 90 metros, por donde corre un río subterráneo que comunica a todos los demás cenotes de la Península de Yucatán.

Un chico me prestó su snorkel y debo confesar que sentí vértigo al ver una pared de roca que se perdía en aquella hondura, de la cual surgía un enmarañado amasijo de raíces y ramas que se me antojaron brazos esqueléticos a punto de alcanzar mi cuello para estrangularme. La imaginación da para todo, máxime cuando se está debajo del agua y la fascinación por los misterios ocultos en las profundidades carece de límite.

Los matices del agua en la Laguna de Bacalar
Pernoctamos en el Hotel Laguna, justo enfrente -más bien, casi encima- de la Laguna de Bacalar, cuyas instalaciones datan de los años 70 y la decoración sigue siendo fiel a esa época. Nos alojamos en una de las cabañas familiares con aire acondicionado, wi-fi gratuito y terracita, desde donde es un placer contemplar el ocaso mientras el agua abandona paulatinamente los siete matices de azul que le adornan, especialmente durante los días soleados.

El día anterior a nuestro retorno a Campeche fuimos a Chetumal, capital del estado de Quintana Roo. Su topónimo Ch'aak Temal (en lengua maya) significa "Lugar donde crecen los árboles rojos", en referencia al palo de tinte o palo de Campeche, cuya madera, cuando se hierve en una cierta cantidad de agua, destila un líquido que se utiliza para teñir textiles. La ciudad costea la Bahía de Chetumal, tiene un largo boulevard muy bonito, y se mantiene gracias a la actividad comercial, por cierto, venida un poco a menos en la última década, según me contaron por allá. Por lo demás, no hubo nada que llamara mi atención, a no ser las placas que hay en las paredes de algunos edificios, en las que se indica la altura que alcanzó el nivel del agua en la inundación provocada por el huracán Janet en 1955. Como Chetumal es franja fronteriza de la colonia británica de Belice, nos llegamos a ésta para echar un vistazo y comprar algunas ganguitas a precio de zona franca que venden los chinos, hindúes, líbaneses y turcos asentados allí.

Con este paseo concluyó mi breve recorrido por la región yucateca. Fue una experiencia enriquecedora, especialmente en materia de Historia, cultura y gastronomía, pero ya tengo claro que si regreso, será en una temporada menos calurosa que la de estos meses. A quienes les gusta transpirar a chorros bajo un sol que tuesta y cuartea, la Península de Yucatán les espera durante todo el año con sus colores estridentes, sus "chelitas" frías, su tequila ardiente y sus maravillosos manjares.

















Reliquias mayas y fortificaciones

Localizado en el cerro Bellavista, en las afueras de Campeche, el Fuerte de San Miguel se construyó según el proyecto del ingeniero Agustín Crame en 1779, con el fin de reforzar la defensa de la ciudad. Hoy en día es sede del Museo Regional de Arqueología Maya, en cuyas salas se exhiben colecciones de estelas en las que se tallaban los eventos importantes, máscaras funerarias hechas con piedras preciosas y semipreciosas y otros objetos de alfarería hallados en los sitios arqueológicos donde estuvieron los asentamientos de la extinta civilización maya.






 















La máscara de jade Calakmul, hallada en la tumba 1 de la estructura VII de Calakmul, data del periodo clásico tardío (600-900 d.C.), cuyo hallazgo se debe al arqueólogo canadiense William Folan, quien la encontró en 1984.