17/9/12

Periplo de Otoño - Viena

Nos levantamos muy temprano para ir a comprar nuestros boletos de tren (95€ c/u) rumbo a Viena, hacia donde partimos a las 9:10 de la mañana, en un recorrido de aproximadamente 317 kms. Teníamos reservaciones en el Austria Classic Hotel Wien, que queda en Praterstrasse 72, a sólo cuatro estaciones de Metro de Stephansplatz, en una zona mixta de comercios y viviendas. La habitación era cómoda, pero el baño, en cambio, una miniatura, encajonado -literalmente- dentro de un closet. El precio incluía desayuno e IVA. Tenía conexión gratis por WiFi y el ambiente era agradable.

Esta era mi segunda vez en Viena. Había estado en 2002, a propósito de un viaje relámpago de apenas una semana que administré como pude entre ésta y Praga, dos ciudades a las que siempre había deseado volver. Ahora pisaba de nuevo sus calles y me sentía con muchas ganas de disfrutarla. Ninoska y yo comenzamos a lo grande. El mismo día que arribamos contacté a mi amigo Paul O., con quien no me veía desde hacía 17 años. Nos sorprendió con un obsequio más que apreciado: un par de entradas a la ópera en el Theater an der Wien para ver una performance de Il ritorno d'Ulisse in patria, un drama musical basado en la Odisea de Homero, compuesto por Claudio Monteverdi. La función comenzó a las 19:00 en punto clavado. Como no sabíamos la ubicación exacta del teatro, llegamos con cinco minutos de retraso y nos tocó ver la primera parte en un balcón lateral, de pie. ¡De pie durante casi una hora! El suplicio se hizo leve únicamente por la calidad profesional de los actores, y aunque no entendía absolutamente nada de alemán, pude seguir el desarrollo de la obra gracias a que ya la conocía.

Viena es maravillosa por muchas razones, además de Mozart. Es una ciudad que no deja indiferente ni a propios ni a extraños. Tiene más de veinte bellísimos castillos que contrastan con los edificios de diseños modernos, barrios antiguos en los que flota la melancolía, sitios marcados por historias de guerra y persecución, grandes parques con hermosos jardines, plazas históricas, buenas cafeterías en las que sirven una treintena de tipos diferentes de café, pastelerías exquisitas, una variedad de actividades culturales imperdibles, y excepto por la cantidad de turistas que la visitan durante todo el año, es un lugar ideal para vivir.

Niños jugando en el Prater


Catedral de San Esteban (Stephansdom) en Stephansplatz. Se construyó entre 1137 y 1775, sobre los restos de una iglesia románica y de un cementerio. A lo largo de dicho periodo se incorporaron nuevos espacios y elementos a esta magnífica obra de estilo gótico.

Kärtnerstraße, en la esquina del edificio que se ve a la derecha está el
Stock im Eisen o bastón de hierro, dentro de un cilindro de vidrio, que es un tronco de árbol en el que hay cientos de clavos de todos tipos y tamaños, clavados por herreros y cerrajeros antes de marcharse de la ciudad hacia otros destinos.



Palacio Hofburg, residencia de los Habsburgo por más de seis siglos

En esta calle están ubicadas la mayoría de las tiendas de los más importantes diseñadores actuales






 

Museo Albertina

Neue Burg, la última construcción que se le incorporó al Palacio Hofburg durante la última etapa monárquica de los Habsburgo


Kaiserappartements (Apartamentos imperiales), parte del inmenso Palacio Hofburg









El famoso Café Sacher





Hotel Sacher

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